Esta ha sido una de las peores semanas que hemos tenido desde que empezó el curso.
Aparte de las continuas quejas de una parte del profesorado, por los comportamientos y las actitudes de una pequeña parte de la clase; aparte de los enfrentamientos, los malos rollos, los insultos, las amenazas, dentro y fuera del instituto; aparte de las broncas; aparte de otro episodio de esos que han contribuido a crearnos mala fama en el instituto, por las cosas que desaparecen de las aulas en las que este grupo da ciertas clases; aparte de todo eso, hemos perdido a un miembro del grupo, que no volverá a pisar el instituto.
Hay quien piensa que vamos a estar mejor sin él. Sin embargo, estoy segura de que lo vamos a echar de menos.
Sí, es cierto, se metía en muchos líos. Nos metía en muchos líos, aunque el más perjudicado siempre era él, que terminaba siendo expulsado días días (veintitrés días lectivos, la última vez). Y si otras personas del grupo se vieron involucradas, fue porque decidieron seguirle el juego, ser sus cómplices, de una manera o de otra: participando, callando o alentando sus comportamientos.
Lo hemos hablado muchas veces, en las sesiones de Tutoría, resulta mucho más fácil echar la culpa a otras personas cuando las cosas nos van mal, en vez de hacernos cargo de lo nuestro.
¿Qué vamos a hacer ahora, que no está él para echarle la culpa de todo?
Bueno, ya lo estamos viendo. Ahora han surgido problemas entre las chicas de clase.
¿Será que no sabemos vivir en paz? ¿Será que nos encontramos a gusto sintiéndonos mal?
Hay veces que no sé qué pensar. Sólo espero que podamos aprender algo de esto, que su ausencia sea para bien.
¿Qué vamos a hacer ahora, que no está él para echarle la culpa de todo?
Bueno, ya lo estamos viendo. Ahora han surgido problemas entre las chicas de clase.
¿Será que no sabemos vivir en paz? ¿Será que nos encontramos a gusto sintiéndonos mal?
Hay veces que no sé qué pensar. Sólo espero que podamos aprender algo de esto, que su ausencia sea para bien.